El mundo de las start-up tiene un problema. Ante la caída del mercado laboral, cada vez más jóvenes están optando por crearse su propio empleo en internet. Lo malo es que la mayoría no tiene dinero ni experiencia, y lo que es peor: quiere montar algo, pero no sabe qué. Al frente están los business angels o las sociedades de capital riesgo, que solo están dispuestas a invertir pequeñas cantidades en muchas ideas de éxito seguro. Y en medio, las incubadoras de negocios, organizaciones patrocinadas por universidades, centros de investigación o particulares, que intentan acercar los primeros a los segundos.
Pero estas también tienen sus propias dificultades. Por un lado, no pueden cobrar por sus servicios porque sus protegidos son gente que tiene pocos recursos, y por otro, no recuperarán su inversión hasta dentro de unos cinco años. El retorno, además, será bajo: una participación de no más del 10% en el capital de la empresa que han ayudado a constituir.
Esta es la cuadratura del círculo a la que Álvaro Cuesta, un «emprendedor en serie» -a sus 35 años ya ha creado tres puntocom-, decidió darle una solución. Luego de mucho pensar, llegó a la conclusión de que no hace falta inventar la rueda cada dos años. ¿Qué tal si en vez de rompernos el coco pensando qué nuevo servicio o página web podemos crear, replicamos en España ideas de negocio que estén funcionando en otros países? Convencido de que su tesis podía funcionar, en agosto pasado renunció a su cargo de presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Madrid para fundar Sonar Ventures. «No somos una incubadora, sino una lanzadera de empresas de internet», precisa.
La aclaración es importante porque a diferencia de lo que hace una incubadora, que ayuda al emprendedor a sacar adelante su proyecto, Sonar primero busca el proyecto y después al emprendedor. «Analizamos tendencias en todo el mundo y actuamos como un cazatalentos de futbolistas», explica.
La compañía «rastrea» en internet start-ups que ya rinden beneficios en otros mercados, ya sea EE UU o Estonia. Si luego de un estudio de viabilidad, concluye que esa misma idea, con las adaptaciones que hagan falta, puede tener éxito en España, busca gente capaz de ponerla en práctica.
En el análisis de viabilidad analiza cosas como si va a costar mucho tiempo o dinero replicar aquí la tecnología en que se basa el negocio, o si existen barreras culturales que hacen que la idea funcione en Brasil o Japón, pero podrían impedir su buena marcha en España. «También es importante para nosotros que el proyecto pueda internacionalizarse y crecer lo máximo posible», añade.
Si el proyecto pasa el examen, el siguiente paso es encontrar alguien interesado en llevarlo a cabo. «Seleccionamos talentos a cuya disposición ponemos todos nuestros recursos», dice Jorge Dobón, director de operaciones de Sonar. Los elegidos comparten oficina, y reciben capacitación en temas como motivación de equipos, presentación ante inversores o uso de LinkedIn, así como la asesoría de un mentor, que en la mayoría de los casos es un empresario con experiencia en internet.
Luego viene lo difícil: conseguir el favor de los inversores. Para ello, piden sumas pequeñas a cambio de un retorno inmediato. «Si un proyecto no es rentable durante los seis primeros meses, lo cerramos, de manera que todos los negocios incubados generen dinero. Además, se trata de proyectos que requieren inversiones pequeñas, de menos de 10.000 euros», puntualiza Cuesta. La lanzadera no cobrará al emprendedor, así que obtendrá sus ingresos de lo que facture mensualmente cada proyecto. Si este evoluciona bien y se convierte en una empresa independiente, Sonar mantendrá el 40% del capital.
Via: Cinco Dias
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